No hay vino perfecto, ni ‘Novio Perfecto’, ni vida aburrida

Nos pasamos la mayor parte de la vida buscando la perfección. Queremos ser perfectos en lo que hacemos,  y por ende, la buscamos en todo lo que nos rodea. Aspiramos a tener la vida perfecta: crecer en la familia perfecta, encontrar el trabajo perfecto y tardamos en darnos cuenta de que el ser humano es imperfecto por naturaleza y que, precisamente esa imperfección, es la que nos hace ser únicos y diferentes.

Lo mío con él fue un flechazo a primera vista. Me atrajo su carácter dulce, su color amarillo brillante, que alcanza un tono casi ocre a la luz de una vela. Su aroma juega con la añoranza de la infancia, impregnada de olor a árboles frutales y almíbares. Este viaje en el tiempo me permitió rescatar los mejores momentos vividos en la etapa de la inocencia, la época donde la vida es juego y se ve de color rosa.

Buscando el vino perfecto, me topé con ‘El Novio Perfecto’.
La silueta sin rostro de un hombre trajeado con corbata de su etiqueta pone el toque divertido a la botella. Con las rodillas dobladas, parece haber quedado atrapado, sin poder escapar al destino de ser descubierto.

Quien lo ha encontrado, desde luego, apurará hasta la última gota de la botella, anhelando disfrutar los momentos de placer que nos proporciona la vida.

De ahí que sea inevitable formularse la siguiente pregunta: ¿Quién desea una vida perfecta, cuando la perfección es sinónimo de aburrimiento y rutina?

La imperfección de este vino, como la del ser humano, es lo que nos hace únicos frente al resto. Por eso, sobre ‘El novio perfecto’ sólo aconsejo, no buscarlo, pero sí bebérselo.

Nota de cata:

Variedad de uva: 50% moscatel, 50% viura

Blanco, sin crianza

Denominación de Origen: Valencia

Bodega: Cherubino Valsangiacomo

Precio: 5 a 9,9 euros

 

 

Deja un comentario