«La vida no se mide por los momentos que respiras, sino por aquellos que te dejan sin aliento»

Todo empezó leyendo esta frase en el cuarto de baño de aquel bar:

Frase escrita

«La vida no se mide por los momentos que respiras, sino por aquellos que te dejan sin aliento».

Celebraba mi 40 cumpleaños y desde hacía unos días no podía quitarme de la cabeza la idea de que el tiempo se escurría rápido entre las manos. Nunca antes había tenido esa sensación. ¿Sería la crisis de los 40? Me resistía a pensar que estaba cayendo en uno de esos tópicos tan recurrentes, de los que yo misma tantas veces renegaba. Sin embargo, la velocidad con la que habían transcurrido los últimos 10 años me generaba cierto vértigo. Supongo que dejar atrás la dulce juventud y alcanzar el ecuador de la vida abocan a la reflexión.

Y ahí estaba yo, frente al espejo del lujoso local, tratando de echar la vista atrás para recordar cuántos momentos de los vividos hasta entonces me habían dejado sin aliento: 1,5, …quizás 10. En cualquier caso, se podían contar con los dedos de las manos. Volví a la mesa donde me aguardaba un puñado de amigos, que conversaban entre sí, ajenos a mis tribulaciones. «Convertiría aquella frase en mi primer mandamiento», pensé.

Un elegante sommelier sugería el vino en el restaurante

Un elegante sommelier sugería el vino en el restaurante

Sumida en mis pensamientos, apenas me percaté de que el sommelier del local esperaba paciente a que, la anfitriona del evento (o sea yo) decidiera el vino. La carta atesoraba toda una suerte de etiquetas, cosechas y denominaciones… Le pedí consejo. Me sorprendió su manera apasionada al hablar de aromas, sabores, tonalidades; su forma de relatar historias de bodegueros, viñedos y tierras fértiles. Mientras hablaba, mis ojos se clavaron en los suyos, sus palabras eran música para mis oídos.

Botellas de vino

La bodega de vinos del restaurante estaba repleta de botellas

¿Podéis imaginar lo que paso después? ¡El sommelier se convirtió en mi gran regalo de cumpleaños!

Desde ese día se despertó en mi un insaciable interés por la cultura vitivinícola, un coqueteo que alimento junto a otra de mis grandes pasiones, escribir.

El resultado de todo ello es este blog, un espacio cultivado, embotellado y decantado por y para los amantes del buen vino. Wine Vidi Vici   es un lugar dedicado a los que creemos que, el placer de la vida, como el de una copa de vino, está en beber a sorbos pequeños y apurar hasta la última gota.

5 pensamientos en “«La vida no se mide por los momentos que respiras, sino por aquellos que te dejan sin aliento»

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