Hace ya unos cuantos meses que dejé pendiente de hacer un viaje a un lugar vitivinícola muy particular, no porque produzca vino en grandes cantidades, ni tampoco por ser popular por su denominación de origen. Sin embargo, el vino está presente en esta tierra por medio de su paisaje, su historia, costumbres y, particularmente, en sus gentes que viven la cultura del vino con gran pasión. El sitio en cuestión se llama Arribes del Duero (Orillas del Duero), un espacio declarado Parque Natural y, que por su ubicación geográfica que comprende las provincias de Zamora y Salamanca, en el linde con Portugal, conforma el Parque Internacional más amplio de Europa.
Como ya he comentado en alguna ocasión, no soy muy dada a planificar los viajes, habitualmente son los viajes los que me sobrevienen…. Y éste no iba a ser menos. Desde que Alicia, de Me Krecen los Enanos, me habló de Arribes del Duero sabía que ese destino iba a representar algo especial. Me había imaginado el lugar por cómo me lo describió, celosa de compartir la valiosa información de un rincón casi sin descubrir. De ahí surgió mi primer post sobre Arribes del Duero. Por eso, cuando llegó el momento de visitarlo no quise recabar más información y así no tener más ideas preconcebidas que las que mi propia mente había imaginado.
Y de esta manera fue como descubrí una tierra que disfruta de un microclima de temperaturas mediterráneas y marcado históricamente por la frontera con Portugal. Un paisaje donde el río Duero es compartido como un tesoro por ambas orillas. Los modos de vida en los territorios fronterizos no lo marcan un lápiz en un mapa, una moneda o una lengua, sino la brecha natural de un río que separa a quienes viven de este o del otro lado.
Este territorio agreste ha forjado el caráter de las gentes que habitan los pueblos de la zona, donde predomina la vida rural. Y es ese estilo de vida lo que precisamente atrae de la zona. Incluido en las rutas de turismo enológico por su tradición vitivinícola, lo más recomendable para disfrutar del paisaje es el crucero fluvial sobre el río Duero. Para ello, se puede coger el barco en tres puntos distintos: Miranda Do Douro (Portugal), Fermoselle (Zamora) y Aldeadávila (Salamanca), cualquiera de ellos ofrece una perspectiva de la riqueza paisajística del Parque Natural. También, es un lugar idóneo para hacer rutas de senderimos, bien señalizadas o incluso practicar deportes fluviales como el piragüismo
Pero además de su riqueza natural, el entorno rural de Arribes del Duero genera riqueza en sus pueblos, donde no sólo se trabaja en la producción de vino (aunque en menores cantidades que hace años) sino que han sabido sacar partido de sus recursos. Y así descubrimos La Setera, un negocio familiar donde elaboran vinos de autor y quesos artesanos que no sólo se pueden adquirir en la zona, sino también por internet. Advertida por un buen amigo de su fama, topar de casualidad con el lugar del que salen estos manjares fue una alegría inmensa, similar a la de encontrar agua en un oasis.
Durante la estancia, tuvimos la oportunidad de charlar con el cabrero que nos contó cómo salvaban a las cabras de quedar aisladas en invierno, lanzándose a por ellas con una fina cuerda con el riesgo de caer despeñados. Además, si indagas un poco y te ganas la confianza de los lugareños, te dejarán visitar las bodegas ocultas bajo las viviendas, donde se almacenan los mejores vinos. Sin derrochar hospitalidad, en la comarca saben que atraer visitantes hoy día es crucial para que sigan manteniéndose viva la economía de sus pueblos.
La Cooperativa de Fermoselle aglutina a casi todos los productoress vitivinícolas de la comarca. Pero esta visita que realizamos previa a los días de vendimia requiere de otro post aparte por su interés en sí mismo. Nuestra recomendación enológica, cualquiera de los vinos característicos de este enclave distinto y especial.